Polonia - octubre 2018 - Rosario Louro

Polonia - octubre 2018 - Rosario Louro

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Varsovia nos cautiva desde el primer minuto

Lunes, 22 de octubre de 2018

Esta semana estoy de viaje de trabajo en Polonia con un grupo de cuatro blogueros.

Empezamos en Varsovia, donde nos alojamos en el hotel Sofitel Victoria, uno de los más emblemáticos de la capital polaca. En el pasado, fue el escaparate de Varsovia, cuando los regímenes comunistas querían demostrar que también tenían hoteles de lujo.

La primera impresión de la ciudad es, francamente, muy positiva. No tenía ninguna idea preconcebida; solo sabía que la ciudad había sido destruida durante la guerra y reconstruida. Pero no imaginaba una reconstrucción tan perfecta y monumental. El casco histórico es un auténtico museo viviente, con réplicas de plazas y edificios del siglo XIX. Por eso, a pesar de haber sido reconstruido hace tan solo 30 o 40 años, fue declarado Patrimonio de la Humanidad. ¡Empezamos con buen pie!

 

¿Qué tiene que ver la reconstrucción de Varsovia con Canaletto?

Martes, 23 de octubre de 2018

En junio, abrió sus puertas en Varsovia un fascinante museo que narra la historia de la producción de vodka en Polonia desde el siglo XVI. Merece la pena visitarlo, ya que es totalmente interactivo y está repleto de detalles sorprendentes. Por ejemplo, cuando los alemanes invadieron Polonia, la población vertió en las calles de Varsovia el equivalente a cinco piscinas olímpicas llenas de vodka para impedir que se contrabandeara a Alemania.

El edificio renovado es una antigua megafábrica de vodka, ahora convertida en apartamentos, tiendas, restaurantes y museos. ¡Imperdible!

 

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                                                                                                                                  Polish Vodka Museum 

 

Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, Varsovia quedó tan devastada que las autoridades locales consideraron seriamente trasladar la capital a otro lugar. La reconstrucción parecía inviable y solo quedaban unos 1000 habitantes en la ciudad. Sin embargo, en tan solo cuatro meses, miles de personas regresaron a Varsovia en busca de sus familias y pertenencias. Vivieron durante meses en las calles, cerca de las casas que habían habitado, con la esperanza de que sus familiares los encontraran. Comenzaron las labores de limpieza y reconstrucción con los escasos recursos de que disponían y dieron lugar a un movimiento imparable. Las autoridades se dieron cuenta entonces de que no podrían trasladar la capital a otro lugar y decidieron unir fuerzas para reconstruir Varsovia, convirtiéndola en la capital europea llena de personalidad y encanto que es hoy.

Una de las mayores inversiones privadas de Varsovia fue la reconstrucción del Castillo Real, donde actualmente se celebran las principales ceremonias oficiales. Este castillo fue reconstruido íntegramente con donaciones de particulares.

Uno de los espacios más interesantes del castillo es la Sala Canaletto, que alberga una enorme colección de pinturas sobre Varsovia. Gran parte del casco antiguo fue reconstruido a partir de la memoria histórica transmitida por las pinturas de Canaletto.

 

El imperdible Museo de la Insurrección

Miércoles, 24 de octubre de 2018

 

Mesmo que não se queira, quem visita Varsóvia entra de uma forma incontornável no horror da segunda guerra mundial. Hoje dediquei a manhã ao Warsaw Rising Museum, onde conheci em detalhe os contornos de uma tentativa falhada de 2500 soldados da resistência polaca para libertar Varsóvia, em 1944.

Na realidade esta "insurreição" revelou-se um ato suicida que apenas abriu caminho às tropas soviéticas para tomarem conta da Polónia. Impressionou-me muito a quantidade de filmes e documentos históricos da época. Como é que foi possível, no meio daquele caos, haver tanta gente a filmar e a fotografar acontecimentos em direto? Como é que foi possível recuperar todo aquele espólio e perpetua-lo até aos dias de hoje?

O Museu reflete bem a coragem do povo polaco e deixa-nos um aperto no coração por sabermos que hoje em dia, noutros cantos do mundo, vivem-se situações igualmente dramáticas, sem que alguém resolva o que quer que seja. O mini-tanque que veem na fotografia era um carro bomba, comandado à distância pelo exército alemão, para detonar edifícios. Hoje estes dinky toys são mísseis bem mais eficazes. Passa-se de guerra em guerra e a única coisa que muda é a sofisticação dos meios tecnológicos. O ser humano, infelizmente, parece não querer evoluir no sentido da paz.

 

 

Cracovia no es la excepción. Al contrario…

Jueves, 25 de octubre de 2018

Al igual que Varsovia, Cracovia también cuenta con un centro histórico declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. El Castillo de Wawel es uno de los principales monumentos de la ciudad. Construido en 1265, está considerado uno de los sitios históricos más valiosos del mundo.

 

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                                                                                                                               Castillo Real de Wawel

Uno de los museos que merece la pena visitar en Cracovia es la Fábrica de Schindler. Contrariamente a lo que sugiere su nombre, el museo tiene poca relación con Schindler o la fábrica. Es un recorrido por la vida en Cracovia antes y durante la guerra, y posteriormente, durante el periodo comunista. Solo el edificio del museo se encuentra en el lugar que ocupaba la fábrica, de ahí su nombre. En esta publicación, comparto un comentario escrito por Roman Polanski cuando tenía ocho años, al descubrir que estaban construyendo un muro alrededor del lugar donde vivía con su familia. Su madre murió durante la guerra. Su padre sobrevivió porque era apto para trabajar en los campos de concentración, y Polanski logró sobrevivir tras huir del gueto de Cracovia y vivir como mendigo hasta el final de la guerra.

 

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La Fábrica de Oskar Schindler

 

Las Minas de Sal de Wieliczka son totalmente desaconsejables para personas con claustrofobia.

Viernes, 26 de octubre de 2018

A unos 20 minutos de Cracovia se encuentran las curiosas minas de sal de Wieliczka, la segunda atracción turística más grande de Polonia, con 1,5 millones de visitantes anuales. Confieso que comencé la visita sin mucho entusiasmo, pero me sorprendió lo que encontré. Unos 300 km de túneles, salas, esculturas, salones de baile, restaurantes, tiendas, museos, cines, baños y quién sabe qué más, dentro de una gigantesca mina de sal, a unos 150 metros bajo tierra. En esta auténtica ciudad subterránea de sal, se celebran bodas, misas, conciertos, conferencias, reuniones privadas, fiestas de cumpleaños, mítines políticos... En resumen, un poco de todo. Muy desaconsejable para personas con claustrofobia, pero recomendable para quienes buscan una experiencia diferente.

 

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 Minas de Sal de Wieliczka

La verdadera casa de los horrores

Domingo, 28 de octubre de 2018

La primera vez que fui a Cracovia, no quería visitar Auschwitz porque mi intención era conocer Polonia y a los polacos, y sabía que Auschwitz me distraería de ese propósito. En esa primera visita, me di cuenta de inmediato de que es imposible conocer Polonia sin tener en cuenta el Holocausto.

Las huellas de la guerra están en cada esquina, en cada conversación, en cada mirada, aunque no sean visibles. A diferencia de otros países europeos, como Croacia, España o Bosnia, que han sufrido guerras recientes, en Polonia el tema de la guerra nos persigue de una manera indescriptible. ¡Y no es que los polacos se lamenten! Al contrario, se puede ver que no acumulan odio del pasado y miran al futuro con esperanza. Es imposible no admirar a aquellas personas que fueron humilladas como ninguna otra, primero por los alemanes y luego por los soviéticos, y que en 70 años resurgieron de las cenizas (literalmente) con una dignidad y un patriotismo singulares.

El viernes pasado fui a Auschwitz. No puedo decir que me sorprendiera, porque sabía lo que me esperaba. Quizás no comprendí la magnitud, pero al entrar en ese lugar te das cuenta de que el infierno no solo existe allí, sino en muchas partes del mundo, y que quizás podríamos hacer mucho más de lo que hacemos.

 

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Entrada a Auschwitz

Mañana, cuando salga para el trabajo, aproximadamente 70 millones de personas morirán en campos de refugiados en los cinco continentes. Muchas morirán de hambre, otras de enfermedades, otras serán violadas o esclavizadas. ¿Y decimos que no podemos hacer nada? ¿Acaso no podemos? ¿Acaso no deberíamos?

 

Rosário Louro